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El lunes tuvimos una buena muestra de lo que una mala gestión de los hechos puede ocasionar en los mercados. La generalidad de las bolsas europeas cerró con una media de -0,80% pero los peor parados fueron precisamente los índices de los países en la cuerda floja: España e Italia, con una media de -2%. La prima de riesgo española repuntó en quince puntos básicos (aunque hoy va camino de empeorar).
Como hemos dicho en otras ocasiones, los mercados tienen los nervios a flor de piel, y cualquier noticia afectará sobremanera a la tendencia. En realidad el acuerdo alcanzado por la troika y Chipre ya perdió la ocasión de generar confianza en los mercados tras la chapuza que dinamitó la credibilidad de Europa el fin de semana 16 – 17, y que terminó ayer por explotar tras la autocorrección de Dijsselbloem. No se puede generar confianza en unos inversores tan sensibles (con razón) a las noticias cuando las mismas son tan contradictorias que revelan que Europa es menos Unión y más papel mojado. No se puede generar confianza en unos ahorradores a los que se les dice que pueden llegar a responder de la quiebra de un banco con su dinero en depósito. Y en general no se puede generar confianza en los mercados cuando se rescata mal y tarde a un país, del que se habla desde junio pasado y cuyos bancos, supuestamente, eran perfectamente solventes.
¿De qué sirven ahora los stress tests que se realizaron y cuyos resultados fueron publicados y vanagloriados entre aplausos y fanfarrias?
Las comparaciones de Chipre y España son, como todas, odiosas. Muchos hacen hincapié en sus similitudes (crecimiento basado en el sector inmobiliario, extrema exposición de los bancos al ladrillo, etc.) pero lo cierto es que España no es ni ha sido el refugio de grandes fortunas que Europa ha perseguido y defenestrado en el caso chipriota. Habíamos oído que la forma del rescate a Chipre era una excepción, para anteayer escuchar que podría aplicarse en otros casos.
Y a pesar de las muchas matizaciones que se quieran hacer o de las declaraciones de Rajoy y Hollande, lo cierto es que ya se tiró la primera piedra: Europa puede imponer a un país que grave a los depositantes para salvar su sistema financiero. No hay razones que justifiquen pensar que en España debiera ocurrir lo mismo que en Chipre (salvo que la UE quiera ponerse una cuerda al cuello y saltar al vacío).
Pero el daño ya está hecho. Una consecuencia segura de la mala gestión de este rescate es la pérdida de confianza del ahorrador tanto en la solidez financiera de las entidades, como en el Estado (y por supuesto, en la propia UE). Ha quedado claro que no se gravarán los depósitos inferiores a 100.000€, pero tras el pánico suscitado ayer es seguro que mientras leemos estas líneas alguien está retirando 90.000€ del banco y guardándolo bajo el colchón.
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En definitiva, la palabra “confianza” no puede emplearse en la misma frase que se refiere al que ha sido, de facto, primer corralito de la zona euro. Ahora mismo la única forma de volver a dar confianza en Europa pasa por acelerar el proyecto de unión bancaria, algo que se muestra complicado.
Descartada la supuesta fortaleza de cualquier sistema bancario europeo, de la recepción y digestión de las noticias que se sucedan dependerá el sentimiento de un mercado abocado a las continuas tensiones. La digestión de esta crisis ya está casi hecha, aunque hoy vemos que la desconfianza de los mercados permanece.
En particular, en el IBEX los inversores prefieren recoger la ropa tendida antes de irse de vacaciones de Semana Santa. El viernes es festivo en toda Europa, y el lunes también permanecerán cerradas las principales plazas europeas. Un descanso que posiblemente pueda sentar bien a las bolsas en la jornada del martes.
Pero aunque el protagonismo de la semana se lo haya llevado Chipre, no podemos olvidar que quedan piedras en el camino como la posible situación de desgobierno en Italia, o el aumento del techo de deuda en EEUU, efectivo hasta el 19 de mayo. A todo ello habrá que sumar la batería de dictámenes de agencias de rating que está por venir pues, tras la crisis chipriota, mirarán con otros ojos al sector financiero y a la propia Europa.
Amar N. Daryanani
Analista Independiente