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Llega a su término una semana difícil en el mercado bursátil global. Aunque las jornadas previas a las elecciones norteamericanas se saldaron con cierto lateralismo, el resultado de las mismas, unido a las incógnitas que azotan a los mercados de uno y otro lado del Atlántico, han terminado por truncar el ánimo de los inversores, abriendo la puerta a los números rojos.
Muchas habían sido las cábalas, pero difícilmente podía pensarse en una semana tan complicada. Con el telón de fondo de las elecciones a la presidencia de EEUU, supuestamente unas de las más reñidas de los últimos tiempos, los inversores preferían guardar la ropa y esperar acontecimientos.
La victoria de Barack Obama tuvo resultados contradictorios. Muchos analistas entendían que no sentaría bien a las bolsas (sí en cambio una victoria de Mitt Romney) pero lo cierto es que el patio europeo, que abre sus puertas antes que Wall Street, sí celebró con subidas el resultado. Así debía ser, ya que las “preocupaciones europeas” del líder demócrata son harto conocidas. No así las del candidato republicano.
De este modo, en el Viejo Continente las iniciales incertidumbres dejaron paso a un renovado ánimo de compras, siempre lastrado en los países acuciados por la crisis de deuda como España.
Pero la victoria de Obama no tuvo el mismo efecto en Wall Street. El mismo miércoles la bolsa neoyorquina se dejaba un 2% lanzando un mensaje: el temor al fiscal cliff. El efecto del abismo fiscal supone una subida de impuestos y un recorte del gasto público, lo que se produciría automáticamente en 2013 si los políticos no llegan a un acuerdo.
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Un acuerdo al que Obama se ve abocado sin remedio, ya que tras las elecciones los republicanos han consolidado su control sobre la Cámara de Representantes. Y el acuerdo pasa necesariamente por apuntar a un objetivo de reducción del déficit, de unos 4 billones de dólares en los próximos 10 años.
En España los números han sido peores que los del resto del entorno europeo, bien liderando las pérdidas, bien quedándose a la cola de las ganancias.
Ni siquiera la presentación de buenos resultados de algunas empresas ha detenido el declive del IBEX, que ha visto cómo perdía casi 350 puntos (un 4%) ante la fragilidad de la confianza de los mercados en la economía española.
Igualmente, los inversores se percatan de que el rescate a la economía española se va perdiendo en la niebla, y vuelven a confiar en otros refugios más seguros (como el bund alemán) pasando factura al mercado de deuda nacional.
Bruselas avisa. El BCE avisa. El ejecutivo español toma nota, recorta, ajusta, y aguanta el chaparrón. En ciernes la enésima huelga general entre el recrudecimiento de las tensiones sociales. Difícil panorama para una economía en retroceso y sin visos de mejora cercana.
Puedes enviarle un correo a Amar N. Daryanani a su casilla [email protected]
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