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Con una inflación galopante (por encima del 10% en países como España) y una situación que al menos a medio plazo no aparenta bichos de resolución a nivel global, para muchas personas vuelve a surgir el eterno dilema de si es más adecuado amortizar deuda financiera o aprovechar la coyuntura para invertir buscando rentabilidad mientras se pagan cuotas aplazadas de la citada deuda.
Y, lo primero que debemos indicar, es que no se trata de una decisión sencilla ya que depende de factores muy diversos. Vamos a tratar de reflexionar al respecto y extraer algunas conclusiones.
Amortización anticipada o pago aplazado
La amortización anticipada de la deuda financiera no es tan infrecuente. Debemos pensar, por ejemplo, en los pagos adelantados sobre préstamos hipotecarios como una herramienta financiera interesante que, además, puede resultar beneficiosa al bolsillo dependiendo de las diferentes situaciones.
Por su parte, el pago aplazado lo que ofrece es la posibilidad de diluir la deuda en el tiempo, reduciendo el impacto directo sobre el bolsillo ya que se minimizan las cuotas y se estiran a largo plazo, aunque, como aspecto negativo, aumenta el coste final ya que la aplicación de intereses es mayor.
Por tanto, como vemos son dos escenarios diferentes. En la amortización anticipada y lo que se busca es la reducción de deuda y la eliminación del coste de los intereses que se aplican en el tiempo. Por su parte, el pago aplazado lo que busca es oxigenar la economía a base de diferir la deuda y diluirla a largo plazo.
¿Cuándo conviene pago aplazado y cuándo conviene amortización anticipada?
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La clave para responder a esta pregunta la encontramos en diferentes factores, pero, principalmente, en el hecho de tratar de averiguar, qué es lo que haremos con el dinero que podemos destinar a una u otra acción.
Por ejemplo, imaginemos que tenemos una deuda financiera correspondiente una hipoteca. Y, a la vez, hemos conseguido obtener un capital de 30.000 dólares que podríamos emplear bien en una amortización anticipada o bien en una inversión o producto de ahorro financiero.
Lógicamente, si no disponemos de capital suficiente para realizar una amortización anticipada el debate no tiene sentido. Deberemos seguir manteniendo las deudas aplazadas. Sin embargo, si contamos con esa cantidad es cuando surge la duda.
La respuesta más simple es que deberíamos hacer aquello que mejor convenga a nuestro bolsillo. Por ejemplo, si con el pago de la deuda anticipada eliminamos un coste de intereses elevado, superior a la media de lo que obtendríamos con una inversión, lógicamente nos interesa la amortización anticipada. Es decir, deberíamos considerar la eliminación de intereses como un beneficio obtenido ya que los restamos de los pagos futuros.
Sin embargo, en un escenario de tipos de interés bajo, con un potencial de rentabilidad elevado en un producto de inversión o ahorro, tal vez resulte más interesante poner el dinero a trabajar para obtener una rentabilidad superior al beneficio que supondría la eliminación de los intereses.
Como vemos, no se trata de una decisión sencilla, pero siempre debe basarse en un análisis inicial de nuestra situación económica y ser complementado con otro análisis tanto de los productos financieros o de inversión a los que podemos acceder, como de la situación de mercado y hacia donde apunta.