Los desafíos de Obama

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Barack Obama se ha consagrado ayer por la noche y ganó la reelección que tanto esperaba. Sin embargo, no va a tener mucho tiempo para algarabías ni festejos dado que el “abismo fiscal” se le acerca: alzas de impuestos y recortes de gastos que vaciarían la caja en unos 600,000 millones de dólares.

Estos se presentan como los primeros desafíos de Obama, de los muchos que tiene hasta 2016.

Entonces, vemos que deberá implementar recortes de impuestos a los particulares que vencen a fines de este año y decenas de miles de millones de dólares en recortes generalizados al gasto que entrarían en vigor a inicios del 2013.

Si no supera estas minicrisis, los mercados y el mismo Estados Unidos podría sufrir turbulencias, al tiempo que la economía del país podría caer en recesión.

De esta manera, Obama espera llegar a un acuerdo con el Congreso antes del 31 de diciembre, dado que de lo contrario corre el riesgo de que la economía entre en recesión durante el primer semestre del 2013, según expertos presupuestarios y asesores demócratas. La idea es subir el impuesto a la renta de los que ganen más de 250,000 dólares anuales.

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Por otra parte, en materia de política social, ahora podrá surtir efecto una iniciativa legal que Obama logró aprobar con mucho esfuerzo: la reforma del sistema de salud. Un segundo período de Obama significa que millones de estadounidenses podrán contar con un seguro de salud, de modo que una enfermedad no suponga una posible ruina financiera..

Asimismo, el desafío invocará exhibir otras iniciativas legales, como la que garantiza a las mujeres el mismo salario que a los hombres por igual trabajo, o la tendiente a posibilitar que los homosexuales asuman abiertamente dicha condición en el ejército.

En lo que respecta a política exterior, es cierto que el presidente no ha hecho todo bien –cuesta entender su actitud dubitativa ante las manifestaciones en Irán y el derramamiento de sangre en Siria- pero, a quien le reproche haberse quedado demasiado en la retaguardia, hay que recordarle que los estadounidenses lo eligieron en 2008 porque prometió justamente eso: que Estados Unidos dejaría de ser un país odiado, que actuaba como le parecía, para volver a ser un aliado solicitado. La operación militar internacional en Libia es el mejor ejemplo de que lo consiguió.

También en el conflicto entre palestinos e israelíes es necesario actuar. El presidente Obama declaró el proceso de paz en Medio Oriente uno tema prioritario, pero los posibles avances no llegan y en eso ha influido también la poca sintonía que tiene el mandatario estadounidense con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Así que básicamente, los desafíos de Obama en el corto y largo plazo se resumen en materia fiscal, deuda que van de la mano, y lo que respecta a los conflictos bélicos en curso.

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